28 mayo 2013

¡Qué tiempos aquellos!

(Foto Baldo)
De pronto la oyes cantar, irradia alegría, lo percibe todo. Habla como una niña, ingenua, romántica, generosa. La idea le encanta, ...soy una cartera que fue rural y cuando empecé a trabajar en el Calvario, yo tenía una gran familia. Era una cría y un compañero me enseñó a repartir, ¡qué tiempos aquellos!...; dice ahora apasionadamente.

Las paparotas y las fiestas, casi siempre fueron cosa suya, de raza le viene al galgo

Recuerdo, ¡cómo pasa el tiempo!, la estoy viendo, en el reparto, debía complacer a los vecinos, parándose, alternativamente, en sus casas a tomarse un agradecido aperitivo, ¡claro hombre, si les digo que no, se ofenden!; la relación social del cartero rural... Momentos buenísimos, muchos coinciden en señalar aquellos tiempos como verdaderamente felices. El azar hizo posible un agrupamiento libertario, formado por seres singulares, sí, por personas con cierta distinción que algunas conservan allá por dónde se mueven. ¡No todo fueron cosas buenas! broncas también las hubo.

Nada menos que un tractor, se trajo un compañero y, en una tarde, se amuebló la oficina recién pintada, con mobiliario acorde a las circunstancias, se hizo por decisión unánime, sin contar con la oficialidad... Poco a poco, fue surgiendo un orden -desordenado-, una manera de hacer. adaptada a las necesidades y a los usos autónomos de cada cual, ya fuera un titular de oficina auxiliar o un enlace, ya fuera un fijo o un eventual...

¡Qué tiempos aquellos!

©Baldomero Gómez (yo soy Galmier Zemog)