Foto: Do lanranxeiro illoense GZ© Vigo, 2021
Hablando conmigo misma, llego a entender la mirada fija, tímida, angustiosa de la salamandra, sorprendida por mi intervención violenta al roturar la tierra con un golpe de azada… y, así lo entiendo porque su actitud impregna mi propio espíritu, al saber que una misma reacciona exactamente igual en circunstancias semejantes, sorpresivas e inesperadas, aun cuando la azada es sustituida por una mentira, igualmente violenta y cortante.
La comunicación de la información es vital. Elegir el medio de comunicación que ha de entrar en tu vida es la opción que redundará en tu bienestar emocional si, al mismo tiempo, consigues contrastar y hacer un escrutinio, en libertad, de las circunstancias objeto de análisis.
Parece complicado pero, pudiera ser sencillo. Nos hemos acostumbrado a elegir opciones comunicativas que nos ofrezcan lo que queremos oír y ver, interesadamente, al margen de la verdad ―me lo dice alguien próximo―; yo estoy de acuerdo, contrastar es un deber personal, porque la verdad, parece que tan solo nos llega tras la intervención de un dirimente público, aparentemente imparcial, tal cual puede ser un Tribunal de Justicia pero, no es así, el análisis de lo que ocurre tiene que hacerlo, de base, la persona individualmente porque, a la postre, es esa persona, única, la que hace posible el sistema democrático mediante la suma de las mayorías que parten del conjunto de individualidades y permiten que la decisión, por ejemplo, de un Tribunal se base en la interpretación veraz del espíritu que la colectividad traslada a la norma que, a su vez, resulta ser la redacción de las influencias, muchas veces, asentadas en una mentira proveniente de una manipulada información… o, por ejemplo también, ese análisis libre del conjunto de individualidades del sistema democrático, permite que los medios de comunicación se vean abocados a basarse, con veracidad, en los hechos para cumplir con su más elemental y decente razón de ser, si quieren ser oídos y seguir viviendo de su influencia. Hoy ocurre lo contrario, y ello, nos lleva a la contaminación en escalada que afecta a todo el sistema de justicia, sanidad, educación, cultura, convivencia, seguridad y, de un largo etcétera, alejándonos de la irrenunciable posibilidad de formar juicio, libremente, de todo aquello que nos afecta como individuos y como partícipes de grupo, con derecho a ponderar, sopesar, parangonar. Nuestro bienestar emocional se nutre de impregnar el propio espíritu, al entender la mirada angustiosa de la salamandra o, la de cualquier otro ser que, contigo, conforman lo común… podemos hacerlo por difícil que resulte la verdad, tan digna en el amor. Salvo mejor parecer. Galmier Zemog© Vigo, 2021